Desde que aprendí a tejer me he planteado cómo asimilo el conocimiento y a su vez el método didáctico para transmitirlo. Cuando estoy embarcada en cualquier proyecto siempre pienso en cómo mi abuela o mi madre se enfrentarían a él, y con el paso del tiempo veo que la postura que ellas tienen es distinta a la mía. La diferencia generacional es evidente, pero creo que hay otros factores que afectan a cómo tejemos hoy.

Actualmente estamos en el final del Proyecto Final, una iniciativa con 290 participantes (288 tejedoras y 2 tejedores), todos con un mismo fin: hacer un jersey adaptado a su talla y manera de tejer, a través de una serie de herramientas que ayudan a la autonomía tejeril, para ir más allá de seguir un patrón paso a paso.

La experiencia es sencillamente increíble, nos han transmitido bonitas palabras sobre nuestro trabajo y nos cuentan que están aprendiendo, y ese es el mejor piropo de todos, pero lo cierto es que es un camino de ida y vuelta, porque yo aprendo cada día de todas y cada una de ellas, con sus preguntas, dudas y consultas.

Y en estas me encuentro cuando me asaltan los pensamientos acerca de las diferencias entre aprender a tejer en 1935 o hacerlo en 2015. Obviamente no hablo de los medios a través de los cuáles nos comunicamos, es evidente que en 1935 no habría tenido al posibilidad de estar en contacto con 290 personas en diferentes partes del mundo y de manera simultánea. Me refiero a que las diferencias generacionales tienen que afectar, tanto la educación como la actitud.

aprender a tejer

Mis bisabuelos, mi abuela Clara y mis tías de pequeñas, en la imagen de la derecha mi abuela y sus 7 hermanos.

Mi abuela Clara (90 años) y mi tía abuela Julia (96 años) aprendieron a tejer en la escuela de su pueblo, con la maestra Doña Mercedes. Años más tarde también lo harían sus hermanas Carmen, Elvira y Juanita. Tejer formaba parte de las asignaturas en los años 30, como en los 40, 50 o 60, junto a toda una serie de asignaturas de labores exclusivas para las mujeres.

Desde pequeña me he criado escuchando historias de Doña Mercedes, una maestra rígida y seria que enseñaba bajo una disciplina que ahora mismo no podríamos ni imaginar. Sus alumnas la admiraban, pero también algunas le tenían miedo. En cualquier caso, muchos años después todas siguen agradecidas a sus enseñanzas. Cuando voy al pueblo y estoy con mi abuela y sus hermanas, pienso que no me cansaré nunca de escucharlas, me siento afortunada de contar con ellas, no solo por todo lo que me enseñan en materia tejeril, también porque son la voz viva del pasado, 5 mujeres (hoy 4) que han vivido infinidad de experiencias que forman parte de mi propia historia y mi manera de estar en el mundo.

aprender a tejer

Mi abuela, sus padres y todos sus hermanos.

En estos días en los que estamos en constante comunicación con las participantes del Proyecto Final, veo que coincido en muchas cosas con ellas, sus preocupaciones, sus miedos o sus problemas, yo también los he vivido. Antes, cuando empezaba un proyecto también me obsesionaba dar con las medidas perfectas, cruzaba los dedos por evitar el momento de tener que deshacer, me preocupaba por si tendría suficiente material y si lo estaría haciendo todo bien. También sentía nervios al llegar a la parte en la que se complica el patrón, aumentar, menguar, adaptar… Yo siempre quería que todo fuera fácil, llevadero y si podía ser, que saliera a la primera.

Cuando antes me sentaba a tejer con mi abuela, sus hermanas y mi madre, ellas no entendían el estrés que a veces me causaba tejer, y veía que se intercambiaban miradas cómplices que indicaban: «Así esta niña no va a aprender nunca«.

Algunas de las diferencias que veo son:

  • Hoy aprendemos a tejer porque queremos, forma parte de nuestro ocio, sin embargo para mi abuela y sus hermanas era materia escolar, situado al mismo nivel que la geografía o las matemáticas, por lo tanto hacer las cosas bien y contar con la aprobación de la maestra era fundamental.
  • El concepto del tiempo también ha variado, ahora estamos acostumbradas a quererlo todo «ya», vamos a todas partes corriendo (o al menos esa es la sensación que a veces tenemos), parece que las horas se escurren, y estamos menos acostumbrados a tener que hacer esfuerzos para conseguir algo.
  • La abundancia o el exceso, tanto mi abuela, como sus hermanas, al haber vivido en un pueblo no tenían lana a granel, es decir, cada excursión a la ciudad más cercana podían ser más de 4 horas (a día de hoy tardamos solo 45 minutos en llegar al pueblo), por lo tanto no cabía la posibilidad de aburrirte de tus ovillos, ni de cogerles manía, al final tejían con lo que tenían y esperaban con emoción los siguientes.

aprender a tejer

Mi abuela y sus hermanas, mis bisabuelos, mi madre y mis tíos.

Y todas estas cosas son las que a mí se me pasan por la cabeza mientras tejo en su compañía, a pesar de que la actividad es la misma, tejer, la manera de hacerlo es muy diferente. Mi abuela y sus hermanas aprendieron en la escuela a tejer, también a coser, a cantar, a cocinar… Después estas enseñanzas se convirtieron en su modo de vida, que estaban enfocadas para que fueran mujeres con herramientas dentro del ámbito de tareas exclusivamente femeninas para la época.

aprender a tejer

Mi tía Julia, mi abuela Clara, mi tía Elvira, mi tía Juanita (de izquierda a derecha), son algunas de las mujeres de mi vida, de las que siempre se aprende.

El otro día, en una de nuestras conversaciones online y tejeriles, mi amiga Soraya (UdonWool) y yo , hablábamos precisamente de este tema, el por qué muchos proyectos se empiezan y no se terminan, y recordé también una frase que leí en el blog de Berta, La Letra B: «tejer es tener siempre algo a medias«, cuando leí esa frase hace algunos meses me enamoró, porque es una realidad -¿quien no ha tenido varios proyectos en proceso eterno?-; pero también caí en la cuenta de que en mi casa eso no pasa, y así se lo transmití a Soraya: mi abuela, sus hermanas, mi madre y su hermana si empiezan un proyecto lo terminan, puede ser tejido y deshecho 20 veces, puede cambiar el punto, la idea o el diseño, pero se termina, independientemente de que se lleven varios proyectos de manera simultánea.

aprender a tejer

El orgullo de ver tus prendas tejidas a mano terminadas.

Y pensando sobre el acto de tejer ayer y hoy, siempre termino en el mismo sitio: El Arte de Amar de Erich Fromm, del que extraigo algunas notas:

«La práctica de cualquier arte tiene ciertos requisitos generales, independientes por completo de que el arte en cuestión sea la carpintería, la medicina o el arte de amar. En primer lugar, la práctica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una manera disciplinada […] el hombre moderno es excesivamente indisciplinado fuera de la esfera del trabajo. Cuando no trabaja, quiere estar ocioso, haraganear, o, para usar una palabra más agradable, «relajarse». […] El que la concentración es condición indispensable para el dominio de un arte no necesita demostración. […] Un tercer factor es la paciencia. Repetimos que quien haya tratado alguna vez de dominar un arte sabe que la paciencia es necesaria para lograr cualquier cosa. Si aspiramos a obtener resultados rápidos, nunca aprendemos un arte. […] Todo nuestro sistema industrial alienta precisamente lo contrario: la rápidez. […] Finalmente, otra condición para aprender cualquier arte es tener preocupación suprema por el dominio del arte. Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará. […] Un último apunte se debe señalar al respecto a las condiciones generales para aprender un arte. No se empieza por aprender el arte directamente, sino en forma indirecta, por así decirlo. Se debe aprender un gran número de otras cosas que suelen no tener aparentemente ninguna relación con el arte mismo

(Auto)Disciplina, concentración, paciencia y preocupación son 4 condiciones que veo indispensables para mejorar en el arte tejeril, y precisamente si uno esta idea, a cómo aprendieron mi abuela y sus hermanas, y a quienes están participando en el Proyecto Final, no puedo más que estar de acuerdo.

Aprovecho para agradecer a todas las participantes la constancia, el interés, la preocupación y el amor que le están poniendo al proyecto, cada cual con sus problemas o sus dudas y a su vez con las soluciones. La actitud tejeril es increíble. ¡Gracias a todas -y todos-! Sois todo un ejemplo del esfuerzo y las ganas de dominar el arte tejeril.

De ahí que hoy, feliz y contenta os muestre un jersey terminado, e ilusionada por el siguiente.

aprender a tejer

Comencé diciendo que el aprendizaje a raíz de esta experiencia es de ida y vuelta, gracias a vuestro trabajo recuperé un proyecto que había empezado en Abril, lo abandoné cuando faltaba manga y media para terminar, dejé de preocuparme por él.

 Al poco tiempo cogí otros ovillos, he empezado 3 proyectos diferentes con ellos, ninguno me ha valido, nada me salía bien, después de veros a vosotras y pensar en mi abuela, sus hermanas y mi madre, me di cuenta de que me había dejado llevar, y eso es lo que ha provocado que ninguno de los dos proyectos en marcha llegaran a buen puerto.

Hoy ya puedo lucirlo gracias a ver tantas tejedoras esforzándose y obteniendo resultados. Y estoy a punto (70 vueltas me quedan) de terminar el siguiente, lo empecé la semana pasada y lo terminaré este fin de semana)

¿Y tú? ¿Crees que el momento que vivimos afecta a nuestra manera de tejer?

¿Tú aprendiste a tejer como tu abuela o tu madre? ¿Crees que el ocio está reñido con la disciplina?

Comparte tu historia con nosotras.

¡Te espero en los comentarios!

 

 

 

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