Desde que aprendí a tejer me he planteado cómo asimilo el conocimiento y a su vez el método didáctico para transmitirlo. Cuando estoy embarcada en cualquier proyecto siempre pienso en cómo mi abuela o mi madre se enfrentarían a él, y con el paso del tiempo veo que la postura que ellas tienen es distinta a la mía. La diferencia generacional es evidente, pero creo que hay otros factores que afectan a cómo tejemos hoy.
Actualmente estamos en el final del Proyecto Final, una iniciativa con 290 participantes (288 tejedoras y 2 tejedores), todos con un mismo fin: hacer un jersey adaptado a su talla y manera de tejer, a través de una serie de herramientas que ayudan a la autonomía tejeril, para ir más allá de seguir un patrón paso a paso.
La experiencia es sencillamente increíble, nos han transmitido bonitas palabras sobre nuestro trabajo y nos cuentan que están aprendiendo, y ese es el mejor piropo de todos, pero lo cierto es que es un camino de ida y vuelta, porque yo aprendo cada día de todas y cada una de ellas, con sus preguntas, dudas y consultas.
Y en estas me encuentro cuando me asaltan los pensamientos acerca de las diferencias entre aprender a tejer en 1935 o hacerlo en 2015. Obviamente no hablo de los medios a través de los cuáles nos comunicamos, es evidente que en 1935 no habría tenido al posibilidad de estar en contacto con 290 personas en diferentes partes del mundo y de manera simultánea. Me refiero a que las diferencias generacionales tienen que afectar, tanto la educación como la actitud.
Mis bisabuelos, mi abuela Clara y mis tías de pequeñas, en la imagen de la derecha mi abuela y sus 7 hermanos.
Mi abuela Clara (90 años) y mi tía abuela Julia (96 años) aprendieron a tejer en la escuela de su pueblo, con la maestra Doña Mercedes. Años más tarde también lo harían sus hermanas Carmen, Elvira y Juanita. Tejer formaba parte de las asignaturas en los años 30, como en los 40, 50 o 60, junto a toda una serie de asignaturas de labores exclusivas para las mujeres.
Desde pequeña me he criado escuchando historias de Doña Mercedes, una maestra rígida y seria que enseñaba bajo una disciplina que ahora mismo no podríamos ni imaginar. Sus alumnas la admiraban, pero también algunas le tenían miedo. En cualquier caso, muchos años después todas siguen agradecidas a sus enseñanzas. Cuando voy al pueblo y estoy con mi abuela y sus hermanas, pienso que no me cansaré nunca de escucharlas, me siento afortunada de contar con ellas, no solo por todo lo que me enseñan en materia tejeril, también porque son la voz viva del pasado, 5 mujeres (hoy 4) que han vivido infinidad de experiencias que forman parte de mi propia historia y mi manera de estar en el mundo.
Mi abuela, sus padres y todos sus hermanos.
En estos días en los que estamos en constante comunicación con las participantes del Proyecto Final, veo que coincido en muchas cosas con ellas, sus preocupaciones, sus miedos o sus problemas, yo también los he vivido. Antes, cuando empezaba un proyecto también me obsesionaba dar con las medidas perfectas, cruzaba los dedos por evitar el momento de tener que deshacer, me preocupaba por si tendría suficiente material y si lo estaría haciendo todo bien. También sentía nervios al llegar a la parte en la que se complica el patrón, aumentar, menguar, adaptar… Yo siempre quería que todo fuera fácil, llevadero y si podía ser, que saliera a la primera.
Cuando antes me sentaba a tejer con mi abuela, sus hermanas y mi madre, ellas no entendían el estrés que a veces me causaba tejer, y veía que se intercambiaban miradas cómplices que indicaban: «Así esta niña no va a aprender nunca«.
Algunas de las diferencias que veo son:
- Hoy aprendemos a tejer porque queremos, forma parte de nuestro ocio, sin embargo para mi abuela y sus hermanas era materia escolar, situado al mismo nivel que la geografía o las matemáticas, por lo tanto hacer las cosas bien y contar con la aprobación de la maestra era fundamental.
- El concepto del tiempo también ha variado, ahora estamos acostumbradas a quererlo todo «ya», vamos a todas partes corriendo (o al menos esa es la sensación que a veces tenemos), parece que las horas se escurren, y estamos menos acostumbrados a tener que hacer esfuerzos para conseguir algo.
- La abundancia o el exceso, tanto mi abuela, como sus hermanas, al haber vivido en un pueblo no tenían lana a granel, es decir, cada excursión a la ciudad más cercana podían ser más de 4 horas (a día de hoy tardamos solo 45 minutos en llegar al pueblo), por lo tanto no cabía la posibilidad de aburrirte de tus ovillos, ni de cogerles manía, al final tejían con lo que tenían y esperaban con emoción los siguientes.
Mi abuela y sus hermanas, mis bisabuelos, mi madre y mis tíos.
Y todas estas cosas son las que a mí se me pasan por la cabeza mientras tejo en su compañía, a pesar de que la actividad es la misma, tejer, la manera de hacerlo es muy diferente. Mi abuela y sus hermanas aprendieron en la escuela a tejer, también a coser, a cantar, a cocinar… Después estas enseñanzas se convirtieron en su modo de vida, que estaban enfocadas para que fueran mujeres con herramientas dentro del ámbito de tareas exclusivamente femeninas para la época.
Mi tía Julia, mi abuela Clara, mi tía Elvira, mi tía Juanita (de izquierda a derecha), son algunas de las mujeres de mi vida, de las que siempre se aprende.
El otro día, en una de nuestras conversaciones online y tejeriles, mi amiga Soraya (UdonWool) y yo , hablábamos precisamente de este tema, el por qué muchos proyectos se empiezan y no se terminan, y recordé también una frase que leí en el blog de Berta, La Letra B: «tejer es tener siempre algo a medias«, cuando leí esa frase hace algunos meses me enamoró, porque es una realidad -¿quien no ha tenido varios proyectos en proceso eterno?-; pero también caí en la cuenta de que en mi casa eso no pasa, y así se lo transmití a Soraya: mi abuela, sus hermanas, mi madre y su hermana si empiezan un proyecto lo terminan, puede ser tejido y deshecho 20 veces, puede cambiar el punto, la idea o el diseño, pero se termina, independientemente de que se lleven varios proyectos de manera simultánea.
El orgullo de ver tus prendas tejidas a mano terminadas.
Y pensando sobre el acto de tejer ayer y hoy, siempre termino en el mismo sitio: El Arte de Amar de Erich Fromm, del que extraigo algunas notas:
«La práctica de cualquier arte tiene ciertos requisitos generales, independientes por completo de que el arte en cuestión sea la carpintería, la medicina o el arte de amar. En primer lugar, la práctica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una manera disciplinada […] el hombre moderno es excesivamente indisciplinado fuera de la esfera del trabajo. Cuando no trabaja, quiere estar ocioso, haraganear, o, para usar una palabra más agradable, «relajarse». […] El que la concentración es condición indispensable para el dominio de un arte no necesita demostración. […] Un tercer factor es la paciencia. Repetimos que quien haya tratado alguna vez de dominar un arte sabe que la paciencia es necesaria para lograr cualquier cosa. Si aspiramos a obtener resultados rápidos, nunca aprendemos un arte. […] Todo nuestro sistema industrial alienta precisamente lo contrario: la rápidez. […] Finalmente, otra condición para aprender cualquier arte es tener preocupación suprema por el dominio del arte. Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará. […] Un último apunte se debe señalar al respecto a las condiciones generales para aprender un arte. No se empieza por aprender el arte directamente, sino en forma indirecta, por así decirlo. Se debe aprender un gran número de otras cosas que suelen no tener aparentemente ninguna relación con el arte mismo.»
(Auto)Disciplina, concentración, paciencia y preocupación son 4 condiciones que veo indispensables para mejorar en el arte tejeril, y precisamente si uno esta idea, a cómo aprendieron mi abuela y sus hermanas, y a quienes están participando en el Proyecto Final, no puedo más que estar de acuerdo.
Aprovecho para agradecer a todas las participantes la constancia, el interés, la preocupación y el amor que le están poniendo al proyecto, cada cual con sus problemas o sus dudas y a su vez con las soluciones. La actitud tejeril es increíble. ¡Gracias a todas -y todos-! Sois todo un ejemplo del esfuerzo y las ganas de dominar el arte tejeril.
De ahí que hoy, feliz y contenta os muestre un jersey terminado, e ilusionada por el siguiente.
Comencé diciendo que el aprendizaje a raíz de esta experiencia es de ida y vuelta, gracias a vuestro trabajo recuperé un proyecto que había empezado en Abril, lo abandoné cuando faltaba manga y media para terminar, dejé de preocuparme por él.
Al poco tiempo cogí otros ovillos, he empezado 3 proyectos diferentes con ellos, ninguno me ha valido, nada me salía bien, después de veros a vosotras y pensar en mi abuela, sus hermanas y mi madre, me di cuenta de que me había dejado llevar, y eso es lo que ha provocado que ninguno de los dos proyectos en marcha llegaran a buen puerto.
Hoy ya puedo lucirlo gracias a ver tantas tejedoras esforzándose y obteniendo resultados. Y estoy a punto (70 vueltas me quedan) de terminar el siguiente, lo empecé la semana pasada y lo terminaré este fin de semana)
¿Y tú? ¿Crees que el momento que vivimos afecta a nuestra manera de tejer?
¿Tú aprendiste a tejer como tu abuela o tu madre? ¿Crees que el ocio está reñido con la disciplina?
Comparte tu historia con nosotras.
¡Te espero en los comentarios!
suscríbete y llévate el n.0 de PKMGZ
¡Llévate 6 minipatrones para que tejas ya mismo!
Hola,
Me ha encantado el post de hoy! Yo aprendí a tejer con mi madre, y para ella fue como una especie de suplicio, lo quería hacer como tu comentas, rápido, fácil y a la primera. Mis primeras piezas estaban llenas de fallos porque me negaba a deshacer, quería acabar cuanto antes y pasar a la siguiente, y me enfadaba mucho con ella cuando me las deshacía y me obligaba a repetirlas. Hoy se lo agradezco! Mi madre aprendió de la suya, pero mi abuela murió joven y yo no pude compartir con ella esos momentos de los que tu hablas, pero creo que estaría muy orgullosa de la tejedora en la que me he convertido hoy. Mi otra abuela era modista y hasta hace muy poco no supe que también le gustaba tejer, fue cuando estas navidades les regalé una bufanda y en la vida voy a olvidar la cara de alegría, orgullo y sorpresa que puso cuando se la di. Ahora que está mayor (tiene 95 años) y ya no puede tejer, le gusta verme hacerlo, y me va comentando la labor y me felicita por mis avances.
Ahora soy yo la que les enseña a ellas una forma diferente de hacer las cosas. La forma de tejer de mi madre, hasta ahora, era muy rígida, en el sentido que hacía las cosas como las había aprendido y no se movía de ahí. Ahora soy yo la que le va explicando las cosas nuevas que aprendo y me encanta ver que le ha vuelto a coger el gusto a las dos agujas y sigue mis consejos. Como tu dices, un camino de ida y vuelta, porque ella fue mi primera maestra.
Y os contaría muchas más cosas, pero no me enrollo más, que esto parece un post más que un comentario.
Un abrazo y muchas gracias por compartirlo con nosotras.
Iolanda
Hola Iolanda: muchas gracias por compartir tu historia, por escribir más o menos, ni te preocupes, a la vista está que yo soy de «tecla fácil» y disfruto escribiendo como leyendo vuestros comentarios. Coincidimos entonces en varios puntos, una de mis tías también ha sido modista. Me ha encantado que compartas con todos cómo a día de hoy eres tú quien enseña a tu madre tus trucos y técnicas, me parece de lo más bonito que puede pasar, y es que yo creo que este tipo de intercambio entre unas generaciones y otras, o en el curso mismo en el que has estado, es una manera de compartir muy especial y que lo provoca precisamente el hecho de tejer, que tiene algo de mágico, y une de una manera especial. Mil gracias por dejarnos conocer un poquito más de ti. Un abrazo bien grande!
Gracias a ti Clara! Por dejaros compartir aquí nuestras experiencias. Te aseguro que si no me sintiera acompañada y cómoda no lo haría! ;D
Besos
¡Genial Iolanda! Es de ida y vuelta 😉 Muchas gracias 🙂 Abrazo grande
Si, aprendi viendo tejer a mi abuela materna, no entrene mucho con ella pues no vivia con nosotros pero nos visitaba a menudo y siempre la vi sentada con algun tejido entre sus manos, supe que tejia para una tienda renombrada de La Habana aparte de que todos nosotros teniamos algo tejido por ella. Naci en 1938 por lo que las labores manuales eran parte del programa escolar, ya en sexto grado nos ensenaron costuras y los puntos rudimentarios del tejido crochet, y asi fue en septimo y octavo donde ya me inicie en el tejido a dos agujas. Ya en mi juventud la vida se fue complicando y el trabajo, los hijos y el hogar consumian la mayor parte del tiempo, pero siempre habia un pedacito para hacerle algun abriguito a mis hijos, mas tarde la aparicion del primer nieto hizo que me entregara mas al tejido pero aun no era «mi vicio». Ahora ya tengo 77 anos, tengo todo el tiempo del mundo, no me considero una buena tejedora pero esto del internet me esta ayudando notablemente y encontre esta bellisima pagina en la que creo que al fin podre dar rienda suelta al ansia de ser «una buena tejedora». Gracias por ser tan amables y hacer que el tejido forme parte de la historia familiar.
Hola Aida, que alegría y que maravilla que hayas compartido con nosotras tu historia. Es genial saber que el tejido ha formado parte de tu vida desde casi siempre, y que actualmente sea uno de tus principales intereses. Seguro que sabes más de tejer de lo que crees, y no sabes la alegría que nos da saber que gracias a Internet podemos lanzar un hilo para estar más cerca y disfrutar de esta pasión común. Gracias a ti por contarnos tu historia y así pasar también a ser parte de nuestra historia. Un abrazo enorme.
Hola soy autodidacta, mirando tutoriales, por Skype. Pero para que veas como es la vida; mi abuela Sebastiana (también es mi nombre) aprendió mirando de lejos a las otras mozas como tejiendo, hacían vainica y cosian porque su madrastra no quería que aprendiera y así no de casaría nunca, la tendría para la cuidará en la vejez.
Mi abuela aprendió cómo he aprendido yo, mirando como lo hacen los demás. Fue una virtuosa con el punto.
A mi no me pudo enseñar porque falleció cuando yo era demasiado pequeña.
Un abrazo
Hola Chany:
Tu historia y la de tu familia me parece impresionante, y ser autodidacta en el punto es una maravilla, mirar lo que hacen otros y reproducirlo e ir aprendiendo poco a poco a partir de tu propia experiencia… Me has dejado con ganas de saber más! Un abrazo muy grande y muchas gracias por compartir con todo tu aprendizaje.
Clara primero de todo felicitarte por esa familia tan guapa y tan longeva. Madre mia tu abuela si está genial. Yo la verdad aprendí con una vecina de mi madre que tenía unas manos estupendas y lo mismo hacía un vestido, que un bolso, que unos pantalones para sus hijos. Lo normal en los años sesenta cuando habia muchos hijos y poco dinero. Mi madre era de costura y yo me encargaba de sacar los patrones de burda y de hilvanar y pasar hilos, pero de tejer poco. Realmente mis primeros jerseys válidos han sido con vosotras en los dos proyectos el Bite Y este último y la verdad es que he aprendido mogollón. Coser los jerseys por el derecho, Dios mio ni en sueños lo hubiera imaginado. Quiero seguir aprendiendo y practicando y si puede ser a vuestro lado mejor que mejor. Muchas gracias por vuestra paciencia y enseñanzas. Y por vuestra amistad. Sois geniales. De verdad.
Hola Maite, la verdad es que sí, no sé yo si habré heredado esos genes, pero ya me gustaría llegar a esas edades así de bien, porque es que además siguen haciendo de todo y a la perfección, trajes, punto, el coro… Tienen actividad envidiable. No sabía de tu faceta de costura, para mí es una tarea pendiente. Muchas gracias por tus palabras, de verdad, nos alegra mucho que te animes a seguir tejiendo con nosotras, y como te he comentado en el otro post, si vienes a Sevilla trataremos de vernos, que siempre se agradece la buena compañía. Un abrazo bien grande y doble de parte de las dos.
Hola Clara! Es un bonito homenaje el que haces a las mujeres de tu familia al contar estas vivencias y seguro que ellas están también orgullosas de ti y encantadas del camino que has tomado. Fíjate que gracias a este blog, su sabiduría va a perdurar como si de un libro escrito se tratara.
Por cierto, tu jersey es una pasada de bonito, esas mangas, ese color… Superfavorecedor!!
Bueno, entre algunos recuerdos tejeriles que tengo hay uno de la época del instituto que tiene su gracia: Una amiga le estaba haciendo un jersey a su novio de entonces y nos lo pasaba a unas cuantas amigas para hacer unas vueltas. Imagínate los cambios, unas vueltas más apretadas, otras más flojas y las veces que hubo que deshacer y volver a hacer pero lo bueno estaba en la colaboración que cada una hizo y lo cierto es que al final quedó bien. Vamos, al chico le encantó porque lo llevaba casi siempre puesto y supercontento de que fuera hecho por su novia y sus amigas.
Un beso enorme y buen finde!!
Hola Isa, yo estoy muy orgullosa de ellas, y lo cierto es que para mí, cuando iba al pueblo era como tener 5 abuelas, aunque mi abuela vivía en Sevilla y con ella he pasado muchísimo tiempo desde pequeña. No terminan de sorprenderme nunca, y tienen una energía y creatividad maravillosas.
Me alegra mucho que te guste este sencillo diseño, lo cierto es que es muy bonito, y seguro que le doy bastante uso, porque hasta octubre puedo ponérmelo, y quizás en alguna noche fresquita en el pueblo también.
¡Y genial tu anécdota del instituto! Me imagino esa bufanda tejida en comunidad y el resultado, eso sí, si yo hubiera sido él también la hubiera lucido con orgullo.
Muchas gracias por compartirla con nosotras. Un abrazo enorme!
Hola Clara!
Siempre disfruto leyendo tus post, pero con este me has «conquistado tejerilmente» ;). Ya conoces mi historia y que mi primer proyecto fue un regalo para mi abuela, como agradecimiento a que fue ella con quien cogí por primera vez una agujas, en mi adolescencia, pero por la distancia no se hizo posible ese aprendizaje. Años más tarde, decidí aprender, pero ella ya no podía ayudarme por su estado de salud. Ahora siempre que tejo, me viene su imagen sentada en su sillón haciendo alguna prenda para alguno de nosotros. Creo que ahora estaría muy orgullosa de mí con todo lo que he aprendido, aunque ella nunca se hubiese imaginado que esto se podría hacer por Internet, y eso os lo tengo que agradecer a vosotras.
De nuevo, te felicito por el post, me encantan las historias de otras generaciones anteriores, siempre se aprenden cosas súper interesantes, gracias por compartirlas.
Abrazo grande!
Cris,
Hola Cris, sí, es cierto, tengo el placer de conocer tu especial relación con tu abuela gracias a los mails que nos hemos intercambiados, y yo pienso exactamente igual que tú, estaría más que orgullosa de todos tus progresos ¡Y los que te quedan! Me alegra mucho poder compartir este tipo de post, la imagen de nuestras abuelas es maravillosa y siempre las vamos a tener en el recuerdo. Ellas enseñan de una manera diferente 🙂
Muchas gracias por tus palabras, de verdad, nosotras estamos encantadas con tejer contigo. Un abrazo bien grande y gracias a ti!!!
Hola, Clara.
Es una inmensa suerte que hayas podido aprender (y lo sigas haciendo) de tu abuela, tus tías y tu madre, la vuestra es una historia tejeril preciosa. Mi madre murió hace unos años y me quedé con su bolsa del punto sin saber muy bien qué hacer con ella y pensando en la cantidad de cosas que me han quedado por aprender de ella… Cargué el bolso en varias mudanzas e intenté aprender de algunas amigas sin mucho éxito varias veces. Hasta que una gran amiga, hija de una gran tejedora, me enseñó a hacer punto bobo un domingo y por fin lo pillé.
Me puse como objetivo poder ver series y tejer a la vez, porque me mi madre siempre hacía varias cosas a la vez para aprovechar el tiempo. y lo conseguí. Hay mucho de paciencia y constancia, como bien dices, hay que tener muy claro que es un camino lago hasta llegar al resultado que has imaginado. Pero cuando se llega la satisfacción es enorme y te sientes taaaan bien…
Y haciendo y deshciendo sola en casa en casa, no paré hasta hacer mi primera bufanda. Y desde entonces no he parado. He visto vídeos, seguido patrones y hecho y deshecho un montón de veces, el bolso de mi madre es el mío y las agujas con las que tejo son con las que ella nos hacía ropita a mi hermano y a mí con tanto amor, es una manera más de tenerla presente.
Lo que más hecho de menos es no tener a nadie cerca con quién tejer, a quién preguntarle, compartir trucos y técnicas… por eso este proyecto ha sido tan guay para mí, porque además de ser algo tan individual, a la vez es algo que quiero compartir, porque así es como crece y se contagia.
Muy agradecida por el curso, no me cansaré de repetírtelo.
Un beso y a seguir tejiendo 😉
Hola Paula, no puedo más que estar agradecida de que hayas compartida con nosotras -y todos- tu historia, es realmente mágico saber que esa bolsa de punto te la quedaste y que a día de hoy tejes tus proyectos con las agujas de tu madre, también que has seguido intentándolo hasta aprender por tu cuenta, buscando herramientas y recursos. No puedo entonces más que estar feliz de haber contribuido de alguna manera a tu camino tejeril. Estamos muy contentas de que te haya resultado útil y que estés contenta. Muchas gracias a ti por haberlo seguido con tanto entusiasmo. Un abrazo grande y a seguir disfrutando de tejer como hasta ahora.
Hola Clara! Comparto totalmente los requisitos para dominar un arte. Aparte de la maña que se dé cada uno, que puede variar, creo que con esas pautas es más probable alcanzar el objetivo. El problema que veo es que en muchos casos no se tiene claro ni el objetivo y encima, se pretende conseguir casi lo que sea de forma rápida y fácil, cuando las cosas buenas, excepcionales, no suelen ser ni rápidas ni fáciles.
Y por último, qué maravilloso es poder convivir con otras generaciones, es tan enriquecedor. Hay que aprovechar lo que ellas nos aportan y conjugarlo con lo que nos aporta la tecnología. Así nacen simultáneamente por todo el mundo centenares de jerseys hechos con buena técnica y toda la ilusión y la dedicación 🙂
Hola Hadashana, me gusta mucho leerte, porque coincidimos en muchos planteamientos acerca de estas ideas, yo sé que tú estás más que dispuesta a dominar el arte tejeril, y sí, como bien dices no tener claro el objetivo suele ser un inconveniente, de ahí que por ejemplo pensáramos en distintos proyectos con los que aprender «x» técnicas, para que viéndolo desde el conjunto se tengan herramientas para poder después darle forma a nuestras propias ideas. No puedo estar más de acuerdo contigo con lo de convivir con otras generaciones y ser capaz de sumarlo a nuestra manera de estar en el mundo, sin duda para mí ha sido un reto, ya que tratar de explicar las cosas cuando no tienes a la persona interesada al lado necesita de recursos e ideas para conseguir ser clara y que todo se comprende, y cree que precisamente por eso lo disfruto tanto, porque en cada proyecto aprendo algo nuevo, tanto en la manera de comunicarnos como de trabajar. Muchas gracias por tu aportación, siempre es una alegría leerte. Un abrazo enorme!!
Sencillamente, precioso!!!
Creo que todas tenemos un poquito de esto…
Hace poco, comentaba con mis amigas de clase lo estupendo que era tratar con las nuevas tejedoras de la actualidad, como veiais las cosas y como tratabais el punto desde la distracción y el entretenimiento para olvidar el estres de la vida que llevamos.
Me ha encantado leer las diferencias entre el ayer y el hoy … y comprobar que es lo mismo que yo pensaba… y esa frase de esperar al siguiente ovillo me ha emocionado.
Enhorabuena a las nuevas tejedoras me encantáis
Hola Raquel, muchas gracias, me alegra saber que coincidimos, lo cierto es que es un tema al que siempre le estoy dando vueltas, haber tenido que luchar contra mi impaciencia y poco a poco ir asimilando otras maneras de trabajar me ha descubierto un mundo, y siempre lo digo, gracias a tejer he mejorado en muchos otros aspectos de mi vida cotidiana. Y también estoy muy contenta de saber apreciar los materiales que tengo, si estoy trabajando en un proyecto no lo abandono porque sí, mejor darle vueltas, dejarlo reposar, y seguro que nace una buena idea!! Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo grande
Que bonita historia Clara…
Aqui te dejo mis inicios: http://puntazu.blogspot.com.es/2015/02/mi-contacto-con-las-agujas-empezo.html
Estás consiguiendo que desee que llegue el viernes para leer tus entradas…. Mantienes el interés hasta el final!!!
Hola Azucena: muchas gracias por dejarnos conocer tu historia, ahora pasaré a leerlo, las que estáis en el grupo de FB ya sabéis que hemos tenido una semana complicada y tengo la sensación de que voy tarde a todo. Pero en un ratín me paso, que me encantará saber más de ti. Muchas gracias por tus palabras, me alegra mucho saber que contamos contigo cada semana. Abrazo grande!!!
Yo no puedo comparar porque las labores se saltaron una generación en mi familia y soy autodidacta. Pero es innegable que parte del cambio cultural y ritmo de vida llega a las agujas como cuentas, en forma de impaciencia.
Ahora, tras años tejiendo, lo entiendo como un proceso, un arte (que buena descripción la de Fromm del arte, hacia tiempo que no lo releía).
Y como tal, la dedicación y el mimo, la paciencia y atención al crear con tus propias manos son muy necesarias. Y eso incluye deshacer, probar, experimentar, perderle el miedo y a veces retroceder para entender y entonces avanzar.
Y además, me encanta ese nexo de unión con lo femenino como reivindicación que tiene el tejer y el conectar con nuestras raíces, sin vergüenza alguna.
Lo estupendo del mundo actual para mi es que esta labor deja de ser obligada y aislada para convertirse en un ocio compartido que crea comunidad.
Y así seguir aprendiendo 😉
Hola Patricia, siempre he admirado a las autodidáctas, para mí tiene un mérito especial, yo antes de aprender a tejer no era nada constante, y para aprender sola hace falta mucha voluntad e interés. Es admirable. Estoy contigo, aprender a tejer es un proceso, y además tiene muchos beneficios en nuestro día a día que quizás parezcan que no tienen nada que ver, pero están relacionados. También por supuesto destacar la comunidad, es una de las mejores virtudes de este mundo, eso más el constante aprendizaje hace que no queramos abandonarlo nunca. Me alegra coincidir en Fromm contigo, siempre tenemos puntos en común además de tejer, como la lectura, la música… ¡Vamos! Porque no vivimos en la misma ciudad, pero si fuera así ya te habría querido conocer 🙂 Un abrazo grande y como tú dices, a seguir aprendiendo. ¡Muchas gracias!
Ay, ahora me dejas con ganas a mi, jaja. Yo soy de Madrid… Estas muy lejos? Contéstame por privado si quieres guapa 😉
Ja! Pues yo estoy en Sevilla, así que muy a mano no me pilla, pero seguro que en el otoño voy a Madrid, a ver si entonces nos tejemos algo juntas! Un abrazo!
Pero que bonito escribes y que bonito tejes!!! Gracias!!!
Muchas gracias Triz 🙂 Que bien. Un abrazo
¡¡que suerte tenéis!! poder contar con una familia tan grande llena de historias de las que poder aprender(y que suerte de fotografías).Poder convivir varias generaciones de mujeres tan activas y con tanto talento es una oportunidad única.Totalmente de acuerdo en que la disciplina junto a la concentración y la paciencia son base imprescindible para tener éxito en cualquier actividad o tarea .Y espero que tejer tenga algo que ver con estar tan estupenda aún pasando los 90 años porque entonces seguro que no suelto las agujas ni para comer.
Hola Ruth, muchas gracias, la verdad es que sí, que es genial contar con ellas, y bueno, me ha encantado coincidir en los planteamientos para mejorar, pero me ha conquistado la relación de tejer y la longevidad! No sé si será cierto, o si yo tendré también esos maravillosos genes, en cualquier caso tejamos mucho y bien a ver qué ocurre, no? Un abrazo enorme!!!